lunes, 17 de agosto de 2015

Tsunami



Y si, de repente vino un tsunami y arrasó con todo, derrumbó ese castillo que él había construido para vos en las nubes y con él se fue todo eso que habías proyectado, esa peliculita que nos hacemos todas las minitas cuando estamos con alguien que nos gusta y nos hace bien. Si, esa en la que todo es color de rosa y el príncipe siempre está ahí para rescatarte del mal. Si, el tsunami arrasó con todo.

Te bajó de ese castillo de nubes en el que vivías desde que te diste cuenta que estabas enamorada y que a él le pasaba lo mismo. El tsunami te bajó del sueño y te hizo chocar con la realidad. Es que duele la caída cuando estás en la cresta de la ola, la misma ola que se terminó llevando todo.

Entonces empezás a ahogarte en medio del agua que trajo esa ola gigante que en realidad no sabes de donde salió pero que estaba esperándote en algún lugar.

En ese momento flotas y te ahogas al mismo tiempo, mientras estas rodeada de todo aquello que la voz de tu conciencia no calla. Mientras te dice: "deberías haber hecho esto", "por qué no le contestaste aquello cuando él te dijo lo otro", "por qué no actuase o hiciste tal cosa cuando el te lo pidió o te dijo tal otra". Y ahí empezás a maquinar con todo lo que podrías haber hecho y no hiciste, con todo lo que podrías haber dicho y callaste. Entonces mientras flotás a la deriva tras el tsunami aparece la culpa, el dolor y todo temor ante la desolación de haberlo perdido. El agua no baja y aunque el sol esté ya no brilla... y aunque yo esté acá vos ya no estás conmigo

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