Amo que nuestras salidas sean tan improvisadas,
que aparezcas de la nada con una invitación a cualquier lugar, con una
invitación a buscarte. Después de tanto hablar, de tanto chat y tanta palabra
había llegado el momento de verle la cara o mejor dicho vernos cara a cara,
porque nuestras caras ya sabíamos cómo eran, para algo Marck creó el Facebook.
Como las salidas que vendrían después, para
nosotros reina la improvisación. Sabiendo que la distancia cumple un
papel importante, nos separan diez horas de viaje en micro, casi 800 km,
cualquier ocasión en que él esté en Buenos Aires sería buena para vernos.
Así fue como sucedió nuestro primer encuentro...
Mensaje va, mensaje viene, que te quiero ver, que
quiero que estemos a solas, que no sé cuándo voy a volver, que tengo que
esperar un montón de tiempo hasta que salga mi micro y estoy solo, etc., etc…
Bueno, listo tengo ganas de verte, ya me convenciste, esperame que voy! No lo
dije así pero es más o menos lo que me pasó por la cabeza en ese momento....
Ahora, la cuestión es cómo salir de casa con una
buena excusa a las cuatro de la tarde sin ningún aviso previo y encima ¡Irme
hasta Liniers! Que era dónde él estaba…
Gracias a Dios, existe Campolongo jajaja! No iba
a decir que pensaba encontrarme con un desconocido con el que solo hablo por
chat y que además de todo es de Córdoba y mi “jefe” (aunque el deteste que lo
llame así y yo sólo lo haga para molestarlo).
Así que, esa fue la excusa perfecta: hacer el
trabajo práctico de Campolongo. Tenía que esperarme a que yo llegara, no se iba
a ir a ningún lado, así que si bien sabía que él estaba tan ansioso como yo
no tenía más opción que esperarme.
Finalmente llegué, no tenía idea de cómo iba a
encontrarlo aunque sabía que no podía ser tan difícil, no había mucha gente…
Sólo bastaron un par de indicaciones por celular para que yo llegara a su lado.
Lo vi y en ese momento mi corazón estaba a punto
de estallar, lo que estaba haciendo era todo "ilegal"
(entiéndase las comillas en la palabra), había mentido para encontrarme con un
"desconocido" al cual "conocía" y del cual de alguna forma
estaba enamorada, y creo que eso volvía a la situación mucho más interesante!
Nos sentamos en un “bar”, dentro de la terminal,
en el cual vendían un café horrible y muy caro! Pero no había nada más
importante, para mí, que estar con él, incluso aunque el ambiente y la gente de
la terminal no fueran de mi agrado en absoluto!.
Creo que estuvimos al menos, cuatro horas juntos.
Hablamos de todo, de la página, de los chicos de la página, del jefe, de la
vida, la facultad, el trabajo, etc. Me hizo reír, poner colorada diciéndome
cosas hermosas e incluso poner nerviosa. Debo admitir que todo me encantó de él,
desde como hablaba con su acento cordobés hasta sus ojos y su sonrisa.
Pese a todo, los nervios que sentía todo el
tiempo no tienen descripción… Aunque creo que la mejor y la peor parte vinieron
con la charla posterior al encuentro (que comentaré brevemente) y el momento de
la despedida.
Primero la despedida y después la charla....
Llegó la hora de la despedida, su micro se iba y
yo tenía que irme a casa, me estaban esperando… Dejamos el bar, y me acompañó
hasta la salida de la terminal. En ese momento, me miró a los ojos y yo pensé:
“ahí me besa”, pero no me quedé con las ganas, nos quedamos con las ganas. Creo
que si bien quería el beso, me asusté, le corrí la cara y después me arrepentí
pero tampoco quería que creyera que era una chica fácil que en la primera cita
me iba a besar. Obviamente me arrepentí porque no sabía cuándo volvería a verlo
y eso me terminó torturando por el resto de los días...
Por supuesto que en el viaje seguimos hablando,
él estaba preocupado porque yo llegara bien a mi casa, siempre se preocupa por mí
en ese sentido, cuando salgo de la facu, cuando voy a la facu, y me gusta porque
a la distancia me cuida.
Y en esa charla entendí todo...Que sus intenciones
era verdaderas, que no sólo me decía cosas lindas por chat, sino que también en
persona y que le había gustado verme ese rato, aunque había habido un
problema... Estábamos en un lugar público, había un vieja, sentada en una mesa
de al lado, que no paraba de mirarnos mientras hablamos en el café y realmente
nos resultaba insoportable, me hubiera encantado saber qué pensaba. Él me contó
que su insistencia por irnos del bar, a lo cual yo me negaba, era porque quería
besarme, jamás pero jamás me di cuenta que esas eran sus intenciones, salvo
como dije más arriba cuando nos despedimos. Me "confesó" que él
quería que nos besáramos en otro lado porque si yo lo rechazaba no quería
quedar como un perdedor adelante de la vieja que nos estuvo mirando todo el
tiempo. Además, también, me dijo que no quería que quedara todo en un beso, algo
que obviamente yo tampoco quería.
Estaba más que claro, al menos para mí, que no lo
iba a rechazar, pero ya era tarde él ya estaba en el micro emprendiendo su
regreso y yo acostada en mi cama, pensando en la próxima vez en que lo volviera
a ver....
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