lunes, 28 de octubre de 2013

Nota Editorial: Derecho a la cultura, educación y trabajo de las personas privadas de su libertad.

Imagino no será difícil recordar las actividades culturales realizados por la agrupación “Vatayón Militante” que tanta controversia trajo en su momento entre quienes se expresaban a favor y en contra de las salidas de los detenidos de las unidades penitenciarias para realizar “actividades culturales”. Sin embargo, es preciso destacar que la salida de los presos para realizar éste tipo de actividades no es sólo una cuestión política, es más bien una cuestión legal y de inserción social.
Es importante tener en cuenta que la ley de educación en contexto de encierro, ley 26.695, que fue  sancionada en 2011, estableció que quienes estén privados de su libertad "tienen derecho a la educación pública". Esto significa que deben recibir formación o  capacitación que abra oportunidades de trabajo honesto, una vez cumplida la condena, a quienes fueron encarcelados por delitos. Así se los mantendría alejados de  futuras “infracciones”.
En esa expectativa favorable el tiempo de detención abriría camino a un mejor futuro, sin embargo se plantean algunas cuestiones al momento de decidir si otorgar este derecho o no. Están quienes podrían pensar que estos beneficios deberían otorgarse a todos los detenidos, sea cual fuere el delito que hayan cometido o quienes considerarían que solo debe otorgarse a quienes hayan cometidos delitos “leves” y tengan buena conducta. Sin embargo sea cual sea la posición que adopte cada uno, la ley establece expresamente que los beneficios, en este caso a salidas culturales, educación y trabajo para las personas privadas de su libertad,  se obtienen en forma progresiva, después de demostrar buena conducta, transcurrir cierto tiempo en prisión y de un régimen de prueba.

El antecedente de la falta de estudios en los años de la infancia y de la adolescencia perjudica en muchos sentidos; sin embargo, es sabido, que en quien comete un delito aparecen otras cuestiones en juego. Por eso aprovechar el tiempo en prisión para educarse, tener mayor aproximación a la cultura y aprender un oficio, como así también gozar de salidas transitorias para realizar cualquiera de estas actividades es una forma de integrarse y derribar los muros de la cárcel. 

**Este trabajo fue realizado en la comisión 4 del Profesor Luis San Jurjo en el marco del Taller de Expresión III Cátedra: María Rosa Gómez

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