Sentía que el corazón me latía más fuerte que nunca, si intento encontrar una explicación a mi nerviosismo creo que sólo podría atribuirle dos causas: la entrega del parcial domiciliario que había estado haciendo a lo largo de las vacaciones y la devolución de un parcial que me habían tomado antes de que terminara la primera parte del año.
El lunes me levanté con un dolor de cabeza tremendo, era una mala señal, cuando me duele la cabeza soy la persona más antipática que hay sobre la tierra, pero tenía que esforzarme para empezar de buena manera. Me dí una ducha rápida, hice un par de cosas que me habían quedado inconclusas del fin de semana y partí, hiper nerviosa, hacia la facultad. Ya allí, mis nervios se calmaron un poco al encontrarme con las mismas caras conocidas del cuatrimestre anterior. Las primeras cinco horas, de las nueve que cursaba ese día, pasaron bastante rápido y sin sobresaltos. Entregué el parcial domiciliario sin inconvenientes, y la clase se desarrolló de manera normal.
El problema o más bien mi preocupación pasaba por las siguientes cuatro horas...
En esas horas, estaría el resultado de un parcial, la devolución de un trabajo práctico y el inicio de una nueva materia. Por supuesto que de esas tres cosas para mi los mas aterrador era conocer el resultado de un parcial. Hasta ese momento mis nervios habían estado bastante controlados, con mis compañeros de clases hablábamos sobre la tardanza del profesor, nuestras expectativas sobre el trabajo práctico y las nuevas materias que cursábamos ese cuatrimestre. Todo fue tranquilo hasta que lo vi llegar al profesor, siempre con su vozarrón y una sonrisa en la cara, la cual podía significar "como los cagué en el parcial" o "qué bueno que mis alumnos hubieran obtenido tan altas calificaciones en sus exámenes". Él bien sabía que todo lo que queríamos ese día era que diría los parciales, ninguno tenía la cabeza para otra cosa y quedó claro cuando empezó a hacer preguntas sobre el texto que se suponía que teníamos que tener leído para esa primera clase del cuatrimestre.
Para cortar con las expectativas o quizás para que no estemos pensando todo el tiempo en el parcial lo primero que hizo fue entregarlos, hizo algunos comentarios sobre lo sorprendido que estaba sobre los pocos exámenes a los que había calificado con una nota de promoción (tenía que ser mayor a siete) teniendo en cuenta la dedicación que él había tenido para con nosotros tomándose el trabajo de darnos una clase extra un sábado a la mañana con el fin de repasar y que pudiéramos sacarnos las dudas antes de que nos evaluara. Ese comentario me llenó de escalofríos, pensé "me fue mal, qué voy a hacer ahora?" (siempre tan optimista yo...) Pero no me equivoqué, cuando dijo mi apellido no me podía ni levantar de mi asiento para ir en busca de la nota por el miedo que tenía, cuando lo tuve en mis manos no quería darlo vuelta para ver la calificación. Hasta el momento los parciales que había entregado a mis compañeros de grupo estaban todos aprobados y tenía temor de ser la única que no lo hiciera. Sin embargo me sorprendí gratamente, tenía un siete. Claramente esa nota no era producto del destino, menos del azar o de la casualidad, simplemente era producto de mi esfuerzo y dedicación a la materia. Era la primera vez que aprobaba un parcial en esa asignatura que estoy re-cursando y eso me da la posibilidad de promocionar en el futuro.
Ojalá todo siga así de positivo como hasta ahora...
Las dos horas que siguieron fueron eternas, ya estaba cansadísima, los nervios previos habían dejado su huella en mi y no tenía forma de concentrarme ni tomar apuntes. Requirió un esfuerzo enorme de mi parte escribir algo en mi cuaderno sobre esa primera clase, de hecho algún garabato hice. Veremos como viene la semana....
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