miércoles, 4 de abril de 2012

Una tormenta perfecta

Increíble pero real...

Como cada bendito miércoles me encontraba en la facultad, esta vez era hora de Políticas y planificación para la común acción, ahora que quiere decir todo eso no importa demasiado, el hecho está en la tormenta que zeta desató.

Estábamos en plena clase, aunque el desenlace ya estaba previsto. Comenzaron a cerrarse las puertas, golpearse las ventanas y fundamentalmente comenzó a soplar el viento junto a la lluvia. Tal la ferocidad del temporal que llevó a que muchos alumnos empezarán a irse de la clase, a otros como a mi, comenzaron a sonarnos los celulares; eran nuestros padres preocupados por nosotros. Me recomendaron que me quedara allí protegida de la lluvia y lo hice. Cuando término la clase, al rededor de las nueve, me dirigí a la puerta de la facultad que estaba llena de gente refugiándose y observando lo que sucedía afuera. Me abrí paso entre ellas como pude y logré llegar hacia afuera, tomé coraje, agarré mi bolso bien fuerte con una mano y con la otra sujete el paraguas. Me unió a un grupo de chicas que caminaban todas juntas bajo la lluvia para que me protegieran un poco del viento hasta que llegué a la estación. Bajé las escaleras luego de ver en los carteles que el servicio era normal, esto me valió meter los pies en el agua que se había acumulado al final de la escalera, si bien no me molestó demasiado eso lo peor era que tenía las zapatillas "nuevas". Espere durante un buen rato en la estación hasta que finalmente llegó. Aún bajo tierra el agua caía.

Viaje las once estaciones que me separaban de mi destino aterrada, pensaba que en cualquier momento me podía quedar ahí atrapada, afortunadamente el viaje fue sin contratiempos. Lo peor estaba por empezar.
El primer obstáculo cuenta salir de la estación y cruzar la calle, estaba inundado de tal forma que no sabía por donde pasar. Finalmente lo hice por la mitad de la avenida y corrí al ver que podría llegar a perder mi colectivo. Una vez guarecida de la lluvia en el bondi comencé a vivir una odisea...

El chofer no tenía idea del camino que debía tomar ya que su habitual ruta estaba cortada como consecuencia de la caída de árboles. Una hora y media le puse para llegar a mi casa entre un medio de transporte y otro, cuando en un día normal no me lleva mas de cuarenta y cinco minutos.

Me bajé tres cuadras antes de lo normal por que el camino estaba cortado y allí me encontré con mis padres. En el trayecto vi imágenes que me dejaron helada.
Árboles que atravesaban calles, hojas y ramas en todas las veredas, autos aplastados y calles anegadas, tan difícil era andar que en momento el colectivo se subió a la vereda para pasar.
Hoy tres días después las consecuencias se siguen notando. Un auto, como tantos otros continúa tapado por en tronco de un árbol, el local de la planta baja de mi edificio se quedó sin las puertas de vidrio, el de enfrente también. Al pobre hombre además se le voló el cerramiento de la pileta quitando hasta las estructuras metálicas.

Lo peor de todo mas allá de las perdidas materiales son las perdidas humanas que dejó este terrible temporal en una gran cantidad de barrios y la oportunidad que ven algunos para apropiarse de lo ajeno. Hago mención especial a esto último porque me tocó presenciar un robo aunque afortunadamente no fui la víctima. El desafortunado fue el dueño del local de enfrente a quién un ladrón se le metió por el portón que había quedado doblado como consecuencia del fuerte viento. Esperemos que todo vuelva a la normalidad lo antes posible por el bien de todos...

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